La obsesión por los «me gusta» en redes sociales ha llevado a políticos a caer en la trampa de la popularidad instantánea, promovida por empresas de marketing que venden seguidores y compartidos.

En la era digital, donde la atención y la relevancia son moneda de cambio, las redes sociales se presentan como un campo de batalla político. Sin embargo, detrás de la fachada de seguidores y «me gusta» se oculta una realidad preocupante: la proliferación de falsos asesores de redes sociales.

En México, el fenómeno de las empresas de marketing que ofrecen «me gusta» y compartidos ha alcanzado proporciones alarmantes. Estas empresas engatusan a los funcionarios públicos con la promesa de popularidad instantánea, haciéndoles creer que la cantidad de reacciones en línea es el verdadero indicador de éxito. Pero, ¿qué se esconde detrás de esos números inflados?

La Universidad Complutense de Madrid ha arrojado luz sobre este asunto, demostrando que la mera cantidad de seguidores y vistas no garantiza que el mensaje llegue efectivamente al ciudadano común. El contenido gestionado en redes sociales a menudo no traspasa la barrera digital para resonar con el público objetivo. Los funcionarios con cientos de miles de seguidores pueden estar atrapados en una burbuja virtual que distorsiona la realidad.

La desinformación se convierte en una preocupación aún más apremiante cuando consideramos la proliferación de perfiles falsos que se hacen pasar por medios de información legítimos. Estos perfiles, carentes de estructura editorial y responsabilidad informativa, pueden propagar noticias tendenciosas e incluso incitar a la violencia. En un entorno donde la información se consume principalmente de manera digital, es responsabilidad ciudadana verificar las fuentes y validar la información.

Esta problemática subraya la necesidad de confiar en fuentes confiables y establecidas, como los medios de comunicación tradicionales. Los medios no solo representan sectores significativos de la sociedad, sino que también tienen la responsabilidad de verificar los hechos y proporcionar información precisa y objetiva. En un mundo donde la desinformación abunda, su papel se vuelve más crucial que nunca.

La adicción de los políticos a los «Me gusta» en las redes sociales agrega una capa adicional de complejidad a esta situación. La búsqueda de validación instantánea puede desviar la atención de asuntos importantes y fomentar la autopromoción en lugar del bienestar público. Aunque las redes sociales son herramientas poderosas para la comunicación y el compromiso, es vital mantener un equilibrio y recordar que la verdadera conexión con los ciudadanos se logra a través de interacciones significativas y decisiones fundamentadas.

En última instancia, es esencial que los políticos reconozcan la trampa de los «me gusta» falsos y la importancia de la veracidad y autenticidad en línea. La verdadera influencia no se basa en números artificiales, sino en la confianza ganada a través de acciones y políticas que beneficien a la sociedad en su conjunto. Conscientes de esta realidad, los ciudadanos deben navegar por las aguas digitales con precaución, promoviendo el acceso a información confiable y exigiendo transparencia a aquellos que buscan liderar.

Para un posicionamiento sólido y auténtico, el uso de páginas web se convierte en una herramienta fundamental, ya que no solo dotan de sentido a marcas, productos y empresas, sino que también establecen su identidad y las sitúan en una posición relevante en el mundo digital.

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